Truco o trato

psicozapas-halloween

No tengo miedo al miedo, o sí

Como se acerca Halloween, lo he utilizado vilmente para poder atraer vuestra curiosidad, ya que NO voy a hablar de Halloween.
Pero sí que quiero hablar del miedo

Estaba escuchando un podcast muy interesante sobre el miedo de Anabel González.

Me ha hecho pensar porque tiene mucho que ver con lo que hablamos en la newsletter anterior: que miedo y apego están relacionados.

Esto tiene que ver con que experiencias de apego seguras y saludables, nos permiten atrevernos a atravesar el miedo con confianza y curiosidad.

Esta es la razón, por la que niños o niñas sienten muchas veces más ganas de saber qué hay al otro lado, que miedo por el riesgo que corren. Es así como se consiguen nuevos descubrimientos.
 
Claro, eso tiene su lado bueno y su lado malo. Yo creo que el miedo es un buen regulador del peligro, pero como nos suele pasar, muchas veces vivimos un poquito desajustados y no está claro de qué peligro nos avisa.

Reconozco que he sufrido muchas veces el miedo, y que a muchas personas nos pasa que el miedo bloquea y condiciona nuestra vida.

Como todo, cuando algún sentimiento limita nuestra forma de actuar libremente o “todo lo vemos de ese color” es cuando conviene, darle una pensada a lo que está pasando.

¿Cómo afecta a nuestras relaciones?

  • Creo que, de alguna forma, estaría bien que nos hiciésemos amigos del miedo, me parece que es más sensato o por lo menos, más operativo.
  • Puede ser una emoción secuestradora de nuestra voluntad.
  • Activa y nos pone en modo alerta, lo cual puede hacernos sacar lo mejor (como a los artistas antes de una actuación)
  • Pero a su vez, puede distorsionar la realidad.

Y muy relacionada con el miedo está la ansiedad, que viene muchas veces como ataques, es decir, aparece sin avisar y conecta con miedos muy profundos, que no nos dejan ni respirar, parece que nos vamos a morir.

¿Cómo convivir con el miedo?

Quizás podamos aproximarnos un poco si:

  1. Le damos permiso, como a una visita, que venga que esté con nosotros o nosotras un rato, pero luego que se vaya y “cierre por fuera”
  2. Entendemos que emoción y realidad no es lo mismo: que yo sienta como si me muriese, no significa que vaya a pasar.
  3. Podemos intentar anticiparnos a nuestra situación temerosa: es decir, pensar de antemano o imaginar qué puede suceder, incluso qué es lo peor que puede suceder y cómo vamos a reaccionar. Eso puede hacerlo más pequeño.
  4. Dar por hecho que no podemos controlar los automatismos de nuestro cerebro, es decir, quizás es mejor aceptar que existen, no hacerlo puede generar más ansiedad
  5. Repasar nuestra historia: quizá es que no me siento seguro o segura porque así fue durante un tiempo pasado. Pero eso, es pasado y además igual tampoco es cosa nuestra, fue cosa de otros que nos hicieron sentir así. A cada uno lo suyo.
  6. Haz el favor de respirar: eso ayuda a que la emoción no se nos quede pegada como un sello, es más fácil dejarla marchar (recuerda la visita inesperada a la que luego amablemente le acompañas a la puerta a salir)

¿Susto o trato?

Ala, a ver qué tal este mes, ya me cuentas.

Un abrazo, te dejo algunas referencias abajo

David, de Psicoterapia en Zapatillas

Si te ha gustado, ¡compártelo!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Telegram